jueves, 26 de diciembre de 2024

SAN ESTEBAN, el primer mártir. —26 de diciembre. (+ El séptimo mes después de la Ascensión de Cristo al cielo).

 




   El primero que selló con su sangre la fe de Jesucristo, fué el glorioso san Esteban, uno de los siete varones escogidos entre los primeros cristianos, como hombre de mejor reputación y más lleno del Espíritu Santo y de su sabiduría, a quienes encargaron los apóstoles la distribución de las limosnas a los pobres y a las viudas de Jerusalén, mientras ellos se ocupaban en predicar la divina palabra y en hacer oración.
 

  

   Como san Esteban, lleno de gracia y poder de Dios, hiciese grandes prodigios y milagros en el pueblo, y el número de los discípulos, no solamente de los plebeyos, sino también de los sacerdotes, creciese en gran manera; se levantaron muchos judíos graves y doctos a disputar con Esteban; mas no podían resistir a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. 



   Entonces sobornaron a unos que dijesen haberle oído hablar palabras de blasfemias contra Moisés y Dios, y conmovieron al pueblo y a los ancianos y a los escribas, y arremetiendo a él, le arrebataron y trajeron al concilio, acusándolo de blasfemo.

   Y en señal de su inocencia dispuso el Señor que todos los que en el concilio se hallaban, puestos los ojos en él, viesen su rostro como el de un ángel.

   Le preguntó el príncipe de los sacerdotes si eran verdad aquellos cargos que le hacían. 

   Y él respondió probándoles con un largo y elocuente razonamiento cómo ni ellos ni sus padres habían observado la ley, que el Señor, por medio de Moisés, les había dado; antes al contrario, duros de corazón como eran, y resistiendo siempre al Espíritu Santo, habían perseguido y dado muerte a los profetas que les anunciaban a Cristo, a quien ellos acababan de condenar y crucificar.

   Oyendo estas razones, concibieron grande enojo contra él; mas Esteban, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús a la diestra del Padre.

 

   Les dijo él lo que veía; y ellos, dando grandes voces, y tapándose los oídos por no oír lo que tenían por gran blasfemia, arremetieron a una contra él, y echándolo fuera de la ciudad de Jerusalén, le apedreaban; y para hacerlo con mayor desembarazo y menos estorbo, se quitaron los mantos, y los entregaron a un mancebo, que se llamaba Saulo, y después fué el apóstol san Pablo, para que se los guardase.



 
  Siguieron, pues, arrojando, ciegos de furor y de rabia, grandes piedras contra Esteban: más él con grande paz y no menor constancia, iba invocando el nombre de Jesús, y pidiendo al Señor que recibiese su espíritu: y puesto de rodillas clamó a grandes voces: «Señor, no les imputes este pecado ». Y dicho esto, murió. 




   Y Saulo consentía en su muerte. 

   Y el mismo día se hizo una grande persecución en aquella fervorosa Iglesia, que estaba en Jerusalén: y todos los discípulos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaría, excepto los apóstoles que quedaron allí ocultos. 

   Unos piadosos varones, a pesar del tumulto, recogieron el sagrado cadáver del santo protomártir, lo llevaron a enterrar, e hicieron gran llanto sobre él.




Reflexión: Ninguna región del orbe, dice san Agustín, ignora los méritos de este bienaventurado mártir; porque padeció en el origen de la Iglesia, a saber, en la misma ciudad de Jerusalén.

   Por confesar a Cristo fué apedreado de los judíos y mereció la corona que llevaba significada en su mismo nombre, porque Esteban en lengua griega vale lo mismo que corona. (San Agust. sem. II, de S. Esteban).



Oración: Concédenos, Señor, que imitemos lo que veneramos, aprendiendo a perdonar a los enemigos; pues celebramos el nacimiento para el cielo de aquel que supo rogar por sus perseguidores a tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo.  Amén.



FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.



SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR

 



   “Porque fuiste fiel sobre lo poco, te pondré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 23).

   Estas pocas cosas son todo lo que se encuentra en esta vida, que es como nada en comparación de los bienes celestiales. Lo cual quiere decir: porque fuiste fiel, en relación con los bienes de la vida presente, te pondré sobre lo mucho, esto te daré los bienes espirituales que están sobre todos esos bienes. El que es fiel en lo menor, también lo es en lo mayor (Lc 16, 10).

   A continuación habla de la grandeza del premio: Entra en el gozo de tu Señor. Porque el gozo es el premio: Os he de ver, y se gozará vuestro corazón (Jn 16, 22).
Podría decir alguno: ¿Por ventura es la visión el premio o lo es algún otro bien? Respondo que si otra cosa se dice premio, el gozo, sin embargo, es el premio final. Como decimos que el fin de los cuerpos pesados es el centro de la tierra, y que descansar en el centro es lo principal, así el gozo no es otra cosa que el reposo del alma en el bien alcanzado; por eso, por razón del fin, al gozo se llama premio.

   ¿Y por qué dice "Entra en el gozo de tu Señor", y nos "recibe"?  Debe responderse que hay dos alegrías, la de los bienes exteriores y la de los bienes interiores. El que goza de los bienes exteriores, no entra en el gozo, sino que el gozo entra en él; mas el que goza de los espirituales, entra en el gozo: me introdujo el rey en su cámara (Cant 1, 3).

   O de otro modo. Lo que está en alguno, es contenido por éste, y el que contiene es mayor. Así, cuando el gozo viene de una cosa menor que nuestro corazón, entonces entra el gozo en el corazón; pero Dios es mayor que el corazón; y por eso el que goza de Dios entra en el gozo.

   Además entra en el gozo de tu Señor, es decir, goza del Señor, porque el Señor es la verdad. Por lo cual la bienaventuranza no es otra cosa que el gozo de la verdad. O también "Entra en el gozo de tu Señor, significa: Alégrate de aquello con que se goza y de que se goza tu Señor; la fruición de sí mismo. Entonces el hombre goza como el Señor, cuando disfruta del mismo modo que el Señor. Por eso dice a los Apóstoles: Dispongo yo del reino... Para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino (Lc 22, 29-30), es decir, para que seáis bienaventurados en lo mismo que yo soy bienaventurado.

(In Matth., XXV)


   III. Este gozo será colmado: Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido (Jn 17, 24). Como el deseo es movimiento hacia el bien y el gozo es su descanso en ese bien, el hombre goza cuando descansa en el bien poseído, hacia el cual se movía el deseo. Pero el gozo es proporcionado al bien poseído, y del bien creado no puede tenerse gozo pleno, porque no aquieta plenamente el deseo y apetito del hombre. Así, pues, nuestro gozo será pleno cuando poseamos aquel bien en el cual están sobreabundantemente los bienes que podemos desear. Este bien es sólo Dios, que colma de bienes nuestro deseo. Por eso dice: Pedidlo, para que vuestro gozo sea cumplido, a saber, disfrutar de Dios y de la Trinidad, después de lo cual no hay más. Me llenarás de alegría con tu rostro (Sal 15, 11).


(In Joan., XVI; 2ª 2ae, q. XXVIII, a. 3)

miércoles, 4 de diciembre de 2024

SANTA BÁRBARA, virgen y Mártir. (+ 235) — 4 de diciembre.

 




   Imperando en Oriente Maximino, hubo en la ciudad de Nicomedia un caballero noble y poderoso, llamado Dióscoro, hombre feroz y muy dado al culto de sus falsos dioses.

   Tenía una sola hija llamada Bárbara, doncella de extremada belleza y de costumbres muy contrarias a las de su padre; el cual para apartarla de los ojos de los hombres que la codiciaban, y porque sospechó que estaba en comunicación con los cristianos la encerró en la torre de una granja, donde había mucha comodidad. 




   Se holgó la santa doncella con este encerramiento, porque era amiga de soledad y quietud; y fué tanto lo que Dios obró en su alma en aquel retiro, que dando de mano a todos los gustos de la carne, determinó Bárbara consagrarle su pureza.

   Andando el tiempo, la quiso su padre casar; más ella se resistió, diciendo que ya tenía esposo y Esposo inmortal.

   No se puede creer el furor que cobró Dióscoro entendiendo que su hija Bárbara era cristiana.

   Por no perder la gracia del emperador, la hizo prender y conducir al tribunal de Marciano, que era allí presidente, el cual con blandas palabras quiso derribarla; y trocando la blandura y suavidad fingida en crueldad verdadera, la mandó desnudar y azotar con nervios de bueyes, y luego con un cilicio fregar las heridas; con lo cual quedó su cuerpo manando por todas partes arroyos de sangre.



   Echada de nuevo en la cárcel, le apareció su esposo Jesucristo y la sanó y esforzó para los restantes combates.

   Otro día, llevada a la segunda audiencia, viéndola el presidente del todo sana, quedó pasmado y de nuevo con halagos procuró inducirla a que adorase los ídolos; mas como respondiese ella con el valor que a esposa de Cristo convenía, mandó a los verdugos que descarnasen sus costados con peines de hierro, y luego la abrasasen con hachas encendidas, y con un martillo golpeasen su cabeza.

   Estaba en estos tormentos la valerosa virgen, puestos en el cielo sus ojos y el corazón, hablando dulcemente con su divino Esposo, le pidió favor y le prometió fidelidad. 



   Adelantando la crueldad del tirano, le hizo cortar los pechos y mandó que la sacasen a la vergüenza por las calles públicas de la ciudad, y que la fuesen azotando para mayor vergüenza y escarnio; pero el Señor la amparó y cubrió su cuerpo con una claridad maravillosa, con que no  pudo ser vista de los ojos profanos.




   La volvieron al tribunal, y el presidente la mandó al fin degollar. 

   A todo este espectáculo había estado presente el bárbaro padre.




   ¡Quién lo creyera! y él fué quien con permiso del juez le dio la muerte por su mano.

   Vengó Dios tanta crueldad, porque al poco tiempo, volviendo el padre del monte a su casa, un rayo del cielo súbitamente le mató, y le privó de la vida temporal y eterna, y lo mismo aconteció al presidente Marciano.




   El cuerpo de santa Bárbara recogió un varón religioso y pío, llamado Valenciano, y entre cánticos y salmos lo colocó honoríficamente en un lugar llamado Gelasio, donde el Señor por su intercesión obró grandes milagros.


   Reflexión: Es la gloriosa virgen santa Bárbara particular abogada contra los truenos y rayos, con los cuales parece que quiso nuestro Señor castigar a su padre y al inicuo juez que la condenaron y mataron: y así es muy piadosa costumbre cuando estalla una gran tormenta, el santiguarse y pedir la protección de Dios por la virtud de la santa Cruz y los méritos de santa Bárbara.




   Oración: Oh Dios, que entre los otros prodigios de tu poder ornaste al sexo débil con la palma del martirio; concédenos benigno, que pues honramos el nacimiento de santa Bárbara, imitando sus ejemplos subamos a la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.



FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.

lunes, 2 de diciembre de 2024

SANTA BIBIANA, virgen y mártir. (+ 235) — 2 de diciembre.

 


   La heroica virgen y mártir santa Bibiana, fue hija de Flaviano, prefecto de Roma, el cual por su constancia en profesar la fe de Cristo fue degradado de la nobleza, privado de su empleo, despojado de todos sus bienes, reducido a la vil condición de esclavo y muerto de miseria en el destierro, como confesor y mártir de Jesucristo.

   El emperador Juliano el apóstata, que así trató a este santo, proveyó en sus honores a Aproniano, tan perverso y hostil a los fieles de Cristo como el emperador. Lo primero en que puso los ojos el perverso prefecto fue en perseguir la familia de su antecesor.

   Componíase ésta de Dafrosa, mujer de Flaviano, y de Bibiana y Demetria, sus hijas. A las tres tuvo encerradas como en cárcel en su propia casa.

   Luego se apoderó de sus bienes y desterró a la madre, a la cual después de haberla casi hecho morir de hambre, mandó cortar la cabeza. A las dos hermanas, jóvenes hermosas, y más que todo fervientes cristianas, las hizo comparecer en su presencia, é intimóles la orden de renegar de Jesucristo. Se resistieron ellas valerosamente: de lo cual irritado el prefecto, las encerró en una cárcel con orden que no se les diese ningún alimento hasta que abjurasen su fe: y como nada obtuviese con esto, determinó sujetarlas a la prueba de los tormentos.

   Antes de ejecutarlo, llamó Dios a su gloria a Demetria, quedando sola Bibiana, única heredera de la fe de sus padres, dispuesta a entrar en batalla con los enemigos del nombre cristiano. Fue desde luego entregada a una perversa mujer para que con halagos y promesas tratase de rendir aquel tierno corazón, más firme que una roca combatida por bravas olas; y no pudo la mala hembra alcanzar lo que pretendía.




   No bastando las caricias echó mano de los malos tratamientos. La hacía azotar cada día con varas y látigos guarnecidos de puntas de acero con una crueldad que excede a todo encarecimiento, sin que pudiese arrancar de la santa virgen ni una sola queja ni un solo gemido, antes bien daba muestras de mayor alegría y contento, por la honra que tenía de padecer por su celestial esposo, lo que él había padecido primero por ella. Embravecido y fuera de sí Aproniano al verse vencido por una débil doncella, con cuya defección pensaba granjear mayor confianza del emperador, mandó que atasen a la santa virgen a una columna y que fuese azotada hasta que muriese, con disciplinas armadas de plomo, ejecutándose esta su orden con una crueldad tan sin ejemplo, que los corazones más bárbaros e inhumanos se horrorizaban al contemplar tan cruel carnicería. 




   Sola la santa estuvo inmóvil, con el rostro risueño y el corazón esforzado y tranquilo: hasta que destrozado su cuerpo virginal, dejó paso a aquella alma pura e inocente para volar a su divino esposo con la palma del martirio y la corona de la virginidad.






   Reflexión: No hay palabras para afear y detestar la feroz crueldad de los enemigos del nombre de Cristo. ¿Qué mal les hizo esta santa doncella cristiana, para que la hubiesen de atormentar tan bárbaramente? Pero así como en la inquebrantable fortaleza que mostró en los suplicios se manifestó que estaba revestida del espíritu de Dios, así en la fiereza e inhumanidad de los perseguidores de la virtud cristiana, se muestra que están revestidos del furor de los espíritus infernales.






   Oración: Oh Dios, dispensador de todo bien, que en tu sierva santa Bibiana juntaste la palma del martirio con la flor de la virginidad; por su intercesión une a ti nuestras almas por medio de la caridad, para que libres de todo peligro, consigamos los premios eternos. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.



FLOS SANCTORVM


DE LA FAMILIA CRISTIANA.



sábado, 23 de noviembre de 2024

SAN CLEMENTE, papa y mártir. (+ 101) —23 de noviembre.

 



   El apostólico pontífice y mártir san Clemente, nació en Roma, y fué hijo de padres nobilísimos, deudos muy cercanos de los emperadores.

   Recibió la fe, el bautismo y el sacerdocio de mano del príncipe de los apóstoles san Pedro; y se hizo discípulo de San Pablo, a quien ayudó en la predicación del Evangelio, como lo testifica el mismo apóstol, escribiendo a los Filipenses, cuando dice: «Yo y Clemente y los demás de mis compañeros que trabajaron conmigo, y están sus nombres escritos en el Libro de la Vida.»

   Volviendo a Roma después de varias correrías apostólicas, san Pedro le consagró obispo, y le instituyó sucesor suyo; aunque él, teniéndose por indigno, dio su lugar a san Lino y a san Cleto, a cuya muerte tomó Clemente el gobierno de la Iglesia.

   Siendo sumo pontífice, señaló siete notarios, y los repartió en los barrios de Roma, para que tuviesen cuenta de inquirir y escribir las batallas y triunfos de los mártires. Estando la Iglesia de Corinto alterada por divisiones y cismas, escribió san Clemente dos admirables epístolas a aquella cristiandad, con las cuales, dice san Ireneo, restableció la fe y la caridad entre los hermanos de Corinto; y les recordó las tradiciones que habían recibido por ministerio de los apóstoles.

   Predicaba la palabra de Dios con tanto espíritu, que muchos gentiles se convertían a la fe, y algunos se daban a toda perfección, y seguían los consejos evangélicos; por lo cual, los sacerdotes de los ídolos persiguieron a san Clemente, y alborotaron al pueblo contra él, y le acusaron delante de Mamertino, prefecto de Roma.

   Consultado por el prefecto el emperador Trajano, mandó que Clemente, o sacrificase a los dioses, o fuese desterrado a Quersona, en el Ponto Euxino. Prefiriendo el santo el destierro, halló en él más de dos mil cristianos desterrados por el mismo emperador, y condenados a cortar y llevar piedra. Padecían gran falta de agua; y enternecido el santo, hizo oración al Señor, la cual acababa, alzó los ojos y vio un cordero que levantaba el pie derecho, como señalando donde hallarían agua: y llegándose a aquel lugar, dio con un azadón un golpe, y brotó luego una fuente de agua clara y abundante.

   Como por este milagro se convirtiese gran muchedumbre de gentiles, mandó el emperador a aquellas partes a un presidente, llamado Aufidiano, el cual hizo grande estrago en los fieles de Cristo; y mandó que llevasen a san Clemente dentro, en alta mar, donde, con una pesada áncora al cuello, fuese sumergido en las aguas. Con este linaje de muerte alcanzó el venerable pontífice la palma del martirio.





   Reflexión: Para estorbar que los cristianos recogiesen y venerasen las sagradas reliquias de san Clemente, ordenó el prefecto gentil que fuese sepultado en el fondo del mar: pero el Señor hizo que el mar se retrajese tres millas, hasta descubrir el santo cuerpo que hallaron los cristianos puesto en un templo y sepulcro de mármol, y junto a él el áncora con que había sido arrojado al agua. Y en tiempos de Nicolao I fué trasladado a Roma aquel venerable cadáver, y colocado con gran solemnidad en una iglesia de su nombre. ¡Así quiere Dios nuestro Señor, que sean veneradas las sagradas reliquias de sus santos!





   Oración: ¡Oh Dios! que cada año nos alegras con la festividad de san Clemente, tu pontífice y mártir; concédenos benigno, que, pues celebramos su nacimiento para el cielo, imitemos la paciencia que mostró en su martirioPor Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



FLOS SANCTORVM


DE LA FAMILIA CRISTIANA-1946