jueves, 25 de abril de 2024

SAN MARCOS, evangelista y mártir. (+ 64.) — 25 de abril.

 


   El glorioso evangelista y mártir de Cristo san Marcos fué hebreo de nación, y como algunos autores escriben, de la tribu de Leví y uno de los setenta y dos discípulos del Señor.

 

   Acompañó al apóstol san Pedro, que le llama en sus epístolas hijo carísimo, y por su grande espíritu y gracia en el hablar, le tomó por intérprete para que explicase más copiosamente los profundos misterios de Cristo, que él en pocas palabras anunciaba.

 

   Y como los fieles que por la predicación de San Pedro se habían convertido en Roma, deseaban tener por escrito lo que de él habían oído, rogaron a san Marcos que escribiese el Evangelio de la manera que lo había oído de la boca de san Pedro; y el santo apóstol lo aprobó y con su autoridad lo confirmó y mandó que se leyese en la iglesia.

 

 

San Pedro predicando en presencia de San Marcos


   Habiendo pasado el santo evangelista algunos años en Roma, tomó la bendición de su padre y maestro san Pedro, y por su orden se partió a Egipto, llevando consigo el Evangelio que había escrito para predicarles a aquellas gentes bárbaras y supersticiosas.

 

 Descubrió primero aquella luz del cielo a los de Cirene, Pentápolis y otras ciudades; y vino después a Alejandría como a cabeza de toda aquella provincia y más necesitada de aquella divina luz.

 

   Allí edificó una iglesia al Señor con nombre de San Pedro su maestro que aún vivía; y fueron tantos los que se convirtieron a la fe de Jesucristo, así de los judíos que moraban en aquellas partes, como de los mismos egipcios, que presto se formó una admirable cristiandad, en la cual florecían maravillosamente todas las virtudes que el Señor enseñaba en su santo Evangelio; porque todos los fieles vivían entre sí con gran paz y conformidad, no había entre ellos pobres, porque a todos se daba lo que habían menester; ni ricos, porque los que lo eran dejaban sus riquezas para uso de los demás, y todos eran entre sí un alma y un corazón.

 

   Otros muchos había que dando libelo de repudio a todas las cosas de la tierra poblaban los montes y desiertos de Egipto, y vivían con tan extremada santidad, que no parecían hombres, sino ángeles vestidos de carne mortal.

 

   No pudieron sufrir tanta luz los ojos flacos de los gentiles y determinaron dar muerte a san Marcos como a destruidor de sus templos y enemigo de sus dioses, y al 24 de abril, que era día de domingo para los cristianos, y para los gentiles de una fiesta que celebraban a su dios Serapis, hallando al santo evangelista diciendo Misa, le prendieron, y echándole una soga a la garganta le arrastraron por las calles.

 



   Lo encerraron después en la cárcel, y venida la mañana siguiente le arrastraron de nuevo por lugares ásperos y fragosos hasta que dio su espíritu al Señor.

 


 

*

 

   Reflexión: Así murió el glorioso evangelista san Marcos, sellando también con su sangre el santo Evangelio que nos dejó escrito, para que nadie pudiese imaginar con algún color de razón que quisiese engañar a los hombres.

 

   Este es el mismo Evangelio que predicaba en Roma el príncipe de los apóstoles san Pedro, el cual a su vez dio la vida en confirmación de la verdad de Cristo, muriendo en cruz con la cabeza abajo.

 

   Recuerden, pues, estos hechos, los despreocupados de nuestros días, y entiendan que, si niegan el santo Evangelio solo porque es contrario a sus pasiones, con aquellos sellos de sangre apostólica, se firmó también la sentencia de su condenación.

 



 

   Oración: Oh Dios, que ensalzaste a tu bienaventurado evangelista Marcos por la gracia de la predicación del santo Evangelio; concédenos que nos aprovechemos de su santa doctrina, y seamos protegidos por su poderosa intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

 

FLOS SANCTORVM

DE LA FAMILIA CRISTIANA.


miércoles, 24 de abril de 2024

SAN FIDEL de SIGMARINGA, mártir. (+ 1622.)— 24 de abril.

 


   El apostólico varón y glorioso mártir de Cristo, san Fidel nació de padres nobles y católicos en la ciudad de Sigmaringa que está en la Suevia, en el obispado de Constancia.

 

   Después de haber estudiado las letras humanas y el derecho civil y canónico en la universidad de Friburgo, se disgustó del tumulto y peligros del foro, y trocó la toga de abogado por el hábito de los padres capuchinos.

 

 


 

      El día del patriarca san Francisco vistió el tosco sayal del Padre de los pobres.

 

  Celebró su primera misa con gran concurso y edificación del pueblo, y le destinaron los superiores al sagrado ministerio de la palabra divina, y el santo con estilo llano y desnudo de adornos retóricos, pero con gran fuerza de espíritu y eficacia de razones, predicó el divino Evangelio por las principales ciudades de Alemania, ganando para Jesucristo innumerables pecadores.

 

   Socorría a los pobres con copiosas limosnas que pedía a las personas ricas y caritativas, y habiendo sido inficionado de una enfermedad contagiosa el ejército austríaco que estaba acuartelado en aquellas provincias, asistía a los soldados, curándoles las llagas, dándoles de comer por su mano, y administrando los sacramentos de la Iglesia a los que estaban en peligro de muerte.

 


   Le llamó el Señor a la conversión de los calvinistas Grisones, y la congregación de Propaganda Fíde escogió por cabeza y Prefecto de aquella ardua misión a nuestro santo, el cual con increíbles trabajos redujo a la verdadera fe a muchos herejes, aun de los más principales y nobles del país.

 

   Mas los infernales ministros de Calvino fingiendo que querían también convertirse llamaron un día al santo para que les predicase la verdad católica en la iglesia de Servís.

 

   Llegó el apostólico misionero a aquel lugar, y habiendo celebrado aquel día la Misa con extraordinario fervor, subió al pulpito donde halló un billete que decía: “Hoy predicarás y no más”.

 



   No desmayó el santo con este anuncio de muerte; antes con la misma fuerza de espíritu y apostólica libertad predicaba la verdad católica, cuando de improviso entraron en la iglesia muchos hombres armados. Disparó uno de ellos su fusil contra el santo misionero, y aunque no acertó a herirle, entendió el santo que era ya llegada la hora suspirada de dar la vida por Cristo, y por la salud de sus hermanos.

 


   Bajando pues de la sagrada cátedra, se postró delante del altar mayor, donde encomendó su alma en las manos de Dios, y para evitar un nuevo sacrilegio de los herejes, salió de la iglesia por una puerta que estaba al lado de ella. Entonces como lobos sedientos de sangre se echaron sobre él los herejes y le asesinaron bárbaramente con veintitrés heridas, mientras rogaba, como san Esteban, por los que le daban la muerte.

 


   Reflexión: Se llamaba el glorioso san Fidel, con el nombre de Marco que le habían puesto en el bautismo: más el día en que se vistió la librea de Cristo, y tomó el hábito de religión, tomó el nombre de Fidel para recordar continuamente la fidelidad con que había de servir a Dios; y por esta causa solía escribir en la primera página de todos sus libros aquellas palabras de la Sagrada Escritura que dicen:

 

   «Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.»

   Seámoslo también nosotros, perseverando en la santa fe y en las buenas obras hasta la muerte para que podamos oír de los labios del eterno Juez aquellas palabras: ¡Ea, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor!

 


   Oración: Oh Dios, que te dignaste adornar con la palma del martirio y con gloriosos milagros al bienaventurado Fidel, abrasado de celo en la propagación de la verdadera fe: te rogamos por sus méritos e intercesión que fortalezca con tu gracia nuestra fe y caridad, de manera que merezcamos ser hallados fieles en tu servicio hasta la muerte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

 

FLOS SANCTORVM

DE LA FAMILIA CRISTIANA.


martes, 23 de abril de 2024

SAN JORGE, MÁRTIR. —23 de abril.

 


   —Entre otras cosas con que los herejes han procurado oscurecer el resplandor de los santos y la gloria de la Iglesia católica, una ha sido escribir las vidas de algunos gloriosos mártires del Señor mezclando en ellas tantas fábulas y cosas prodigiosas, que los que las leyesen las tuviesen por increíbles y juzgasen que aquellos santos, cuyas vidas leían, ni habían sido santos ni eran dignos de ser tenidos por tales.

 


   Esto testificaba la sexta sínodo, que manda que tales libros se quemen y que no se publiquen ni lean. Esto mismo consta por el decreto que hizo san Gelasio, papa, de los libros apócrifos; los cuales dice que en la Iglesia romana no se lean por ser compuestos de herejes, y entre ellos pone el martirio de san Jorge, mártir, cuya vida aquí queremos escribir. De manera que por aquel decreto de san Gelasio sabemos que los herejes escribieron la vida y martirio de san Jorge, y que esta tal vida está vedada, aunque no sabemos qué vida es ésta ni quién la escribió. Y ésta es la causa por que en el Breviario romano reformado por Pío V no se ponen lecciones particulares de san Jorge, ni se hace mención de su vida y martirio, por no tener por seguro lo que se halla escrito de él, y desear la Iglesia romana huir, como de pestilencia, de cualquiera cosa que de mil leguas pueda oler a doctrina o artificio de herejes.

 

 

   Luis Lipomano, obispo de Verona, sacó a luz dos vidas de san Jorge mártir, la una, que hubo en Venecia, escrita por Metafrastes: y la otra de la librería de Grota Ferrera (que es un monasterio de monjes griegos de la orden de san Basilio, como cuatro leguas de Roma), escrita por Pasicrate, criado del mismo san Jorge, las cuales hizo traducir de griego en latín y las publicó, y dice que no son estas vidas las que Gelasio papa reprobó, y que antes están aprobadas con el testimonio de la Iglesia oriental, en la cual cada año se suelen leer compendiosamente, teniéndolas por verdaderas. Y Surio también las pone en su segundo tomo de las Vidas de los santos. Mas el cardenal Baronio, examinando con la curiosidad y puntualidad que suele estas vidas, no las tiene por tan legítimas y sinceras que no haya en ellas algunas cosas pegadizas y añadidas é insertas, que carecen de verdad. Y por lo cual hoy había pensado dejar del todo la vida de san Jorge, y seguir en esto el Breviario romano, por no poner cosa de los santos que no sea muy cierta y segura: más después me ha parecido que puedo seguir la censura y autoridad de dos varones tan graves como fueron Lipomano y Surio, tan beneméritos de la Iglesia católica, y así tomaré de las vidas de san Jorge que ellos ponen, lo que me parece que es más cierto y edificado, y dejando lo que al cardenal Baronio y a mí también me parece que no tiene tanta probabilidad y fundamento de verdad.

 

 


   Fué san Jorge natural de Capadocia, hijo de padres nobles y ricos, y desde su niñez criado en la religión cristiana, el cual, siendo ya mozo y de muy gentil disposición y grandes fuerzas, siguió la guerra, y por su gran valor le hicieron tribuno o maestre de campo en el ejército del emperador Diocleciano, que honró mucho a san Jorge por sus grandes partes, no sabiendo que era cristiano, pensando servirse de él en cosas grandes y hazañosas. Sucedió que, queriendo el emperador perseguir a la Iglesia católica, y desarraigar, si pudiera, del mundo la fe de Jesucristo nuestro Redentor, para que floreciese más el culto de sus falsos dioses, de los cuales (engañado) creía que estaba colgada su felicidad y la majestad de su imperio; propuso a sus consejeros y ministros la voluntad que tenía de perseguir y acabar con atrocísimos tormentos a todos los cristianos que pudiese haber a las manos, pidiéndoles para esto su servicio y consejo. Y como la lisonja es tan poderosa y tan común en los palacios de los príncipes, todos los circunstantes loaron y aprobaron la determinación del emperador. Sólo san Jorge, que se halló presente, la repugnó como cosa injusta y contraria al culto del verdadero Dios, cuyo amor y religión tenía en su pecho, aparejado a perder antes la vida que apartarse un punto de ella.


LO PRIMERO QUE HACE ES VENDER TODOS SUS BIENES Y DISTRIBUIR EL DINERO A LOS POBRES. DA LA LIBERTAD A SUS ESCLAVOS QUE AGRADECIDOS LE BESAN LOS PIES.  


   De las palabras que dijo san Jorge conoció el emperador y todos los que le oyeron que era cristiano, y procuraron desviarle de aquel propósito, poniéndole delante la flor de su juventud, su nobleza y riqueza y gallardía, los favores y mercedes que había recibido del emperador, y las que para adelante podía recibir, y los daños que se le podían seguir no sacrificando a los dioses como Diocleciano se lo mandaba. Mas el valeroso soldado de Cristo no se turbó ni enflaqueció, antes volviéndose al emperador, le dijo:

   «Mejor sería, ¡oh Diocleciano!, que tú conocieses y adorases al verdadero Dios, y le ofrecieses sacrificio de alabanza, porque así te daría otro reino más excelente que el que tienes al presente, porque éste es frágil y caduco, y en un punto se acaba, y todo lo que hay en él, porque su misma naturaleza es breve y se desaparece entre las manos yo no puede aprovechar al que le posee. Y teniendo y este conocimiento y luz, no te canses, ¡oh emperador!, en persuadirme que deje a Dios verdadero, porque ni tus promesas me podrán ablandar, ni espantar tus amenazas.»

  


   No se puede creer el enojo y saña con que el emperador luego le mandó prender y llevar a la cárcel y cargar de cadenas, y tendido en el suelo echar sobre él una grande y pesada piedra. Al día siguiente le volvieron a su tribunal, y después de varias demandas y respuestas le mandó atormentar en una rueda armada por todas partes de puntas aceradas, que despedazaban las carnes del santo. En el cual tormento fué consolado de una voz del cielo que le dijo: «Jorge, no temas, que yo estoy contigo;» y de un varón resplandeciente y vestido de ropas blancas, que le apareció y le dio la mano y animó en sus penas. Algunos se convirtieron a la fe de Cristo nuestro Redentor por la constancia de san Jorge, y entre ellos dos pretores, varones de grande autoridad, que se llamaban Anatolio y Protoleo, los cuales fueron descabezados por Cristo. Pero cuanto eran mayores los tormentos que daban al santo, tanto era mayor la paciencia y constancia con que los sufría, y la alegría de los cristianos y confusión de los gentiles, y el furor y rabia del emperador, que no sabía qué medio tomar para vencer al santo mártir que se mostraba invencible en tan exquisitos tormentos. Finalmente se resolvió a hablarle con blandura y rostro halagüeño, exhortándole a no ser tan obstinado y perder su gracia, ofreciéndole grandes honras y beneficios si le obedecía como a padre. Y el santo, para que más se manifestase la virtud de Dios, le dijo:

   «Si quieres, emperador, vamos al templo y veamos a los dioses que vosotros adoráis;» y el emperador, con gran regocijo, creyendo que Jorge se había ya reconocido y trocado, mandó convocar al senado y pueblo para que fuesen al templo y se hallasen presentes al sacrificio que Jorge había de ofrecer. Entraron en el templo, y estando todos mirando al santo, él se llegó a la estatua de Apolo que allí estaba, y extendiendo la mano le dijo:




   «¿Quieres recibir sacrificio de mí como Dios?»

   Y diciendo esto hizo la señal de la cruz, y entonces el demonio que estaba en la estatua respondió:

   «Yo no soy dios ni es dios otro alguno, sino sólo el Dios que tú predicas.»

   El santo dijo: «Pues ¿cómo osáis estar aquí en mi presencia, que conozco y adoro al verdadero Dios?»

   En diciendo estas palabras se oyó un alarido y aullido triste y lloroso que salía como de la boca de aquellos ídolos, y todos ellos cayeron y se hicieron pedazos. Como los sacerdotes vieron esto, incitaron al pueblo, y echando mano del santo, le ataron y dieron muchos golpes, dando gritos y clamando al emperador que les quitase aquel mago de delante y le acabase la vida antes que ellos perdiesen la suya por ver afrentados a sus dioses. Y el emperador, movido de las voces de los sacerdotes y de su propia fiereza é impiedad, y de un gran número de gentiles que se habían convertido a la fe de Cristo, por ver caídos y desmenuzados los ídolos con la virtud y oración de san Jorge, le mandó degollar para que el mal no pasase adelante.

 


   Llevaron al santo al lugar del suplicio, y él rogó a los verdugos que le diesen un poco de espacio para hacer oración; y habiéndoselo concedido, puestos los ojos y levantadas las manos al cielo, con una voz y suspiro entrañable que salía del corazón, oró de esta manera:

   «Señor Dios mío, que sois ante todos los siglos y me escogisteis para vos desde mi juventud, y sois la esperanza única y verdadera de los cristianos, y refugio seguro de vuestros siervos, y tesoro riquísimo y perpetuo de todos los que confían en vos, y hacéis mercedes a los que os aman, aun antes que os las pidan; oídme, Señor, y pues por vuestra misericordia me habéis dado paciencia y fortaleza para padecer tantos tormentos y confesar vuestro santo nombre, recibid ahora mi alma y colocadla en esas vuestras moradas eternas, donde están vuestros escogidos. Perdonad a esta gente ciega lo que contra mí y contra los otros siervos vuestros han hecho, y dadles luz para que se conozcan y os conozcan, pues queréis que todos se salven, dad la mano a todos los que os invocan y os piden favor, y un temor santo y una caridad encendida para que, amándoos a vos sobre todas las cosas, imiten a los santos y sigan sus pisadas, y gocen con ellos de vos, tuyo es el reino y la gloria y toda la bienaventuranza.»

 


    Acabada esta oración, puesto de rodillas, extendió el cuello al cuchillo, y murió en el Señor al 23 de abril, imperando el sobredicho Diocleciano. Fué martirizado en Persia en la ciudad de Diospoli; aunque otros dicen que fué en Armenia, en la ciudad llamada Melitena.

 



   El martirio de san Jorge fué muy ilustre y muy celebrado en todas las iglesias de Oriente y Poniente, y los griegos por excelencia le llaman el mártir san Jorge. San Germán, obispo de París, volviendo de la peregrinación que hizo a Jerusalén, trajo el brazo de san Jorge que le había dado el emperador Justiniano como un riquísimo tesoro, y colocó en París en la iglesia de san Vicente. En Roma se guarda la cabeza de san Jorge en la iglesia de su nombre, la cual puso allí Zacarías, papa, como se escribe en el libro de los romanos pontífices. San Gregorio, papa, reparó una iglesia del mismo santo mártir, como él mismo lo escribe en la epístola 68 del lib. 4, indict. 4. Otro brazo del mismo mártir fué llevado a Colonia, y por él hizo Dios muchos y grandes milagros, como se ve en los actos de san Annón, obispo de Colonia; y Gregorio, obispo de Turs, escribe también de sus reliquias y milagros, De gloria marlyrum, cap. 101. Justiniano, emperador, hizo un templo suntuoso a san Jorge. Los reyes en sus batallas le tienen por particular abogado, y la Iglesia romana suele invocar a san Jorge, a san Sebastián y a san Mauricio, como especiales protectores contra los enemigos de la fe.

 

 

(P. Ribadeneira.)

 

 

LA LEYENDA DE ORO—1896.


lunes, 22 de abril de 2024

LOS SANTOS SOTERO, Y CAYO, PONTÍFICES Y MÁRTIRES. (+ 179) (+ 296). — 22 de abril.

 



   San Sotero, papa y mártir, fué natural de la ciudad de Fundi, que es en la provincia de la Campania, en el reino de Nápoles. Fué hijo de Concordio, y sucedió en el pontificado a Aniceto, y vivió en él nueve años y siete meses y veintiún días, según el libro de los pontífices, que anda en nombre de san Dámaso, y según Platina, nueve años, tres meses y veintiún días. Aunque el cardenal Baronio no le da sino cuatro años menos once días, que es señal que no hay cosa cierta del tiempo de su pontificado, que fué siendo emperadores Marco Aurelio, Antonino y Lucio Vero, su hermano. Celebró tres veces órdenes en el mes de Diciembre, y ordenó en ellas diez y ocho presbíteros, nueve diáconos y once obispos. Escribió dos epístolas decretales, la primera a los obispos de Campania, en la cual trata de la fe de Cristo, y otra para los obispos de Italia, en que manda que las monjas y vírgenes consagradas a Dios no toquen los corporales y paños sagrados, ni ofrezcan incienso en el altar; y que el jueves santo todos se comulguen, si no fueren los que por sus culpas estuvieren excluidos. Y declaró que no se debe guardar el juramento de cosa ilícita y mala. Finalmente, derramó su sangre por el Señor, y fué coronado de martirio el 22 de abril del año de 179, y fué sepultado en la Vía Apia, en el cementerio de Calixto. A san Sotero alaba mucho san Dionisio, obispo de Corinto, en una epístola que escribió a los romanos, y dice de él que era muy benigno y limosnero, y que gastaba las riquezas de la Iglesia romana en socorrer y sustentar a los siervos de Dios, y en recoger y acariciar a los que venían a la sede apostólica, recibiéndolos como padre suavísimo y exhortándolos a toda virtud.

 





   En este mismo día celebra la Iglesia la fiesta de san Cayo, papa y mártir, el cual fué de Dalmacia, su padre se llamó Cayo como él, y fué pariente del emperador Diocleciano; y huyendo de su rabia y crueldad con que perseguía a los cristianos, estuvo escondido en alguna s cuevas con Gabinio, su hermano, y Susana, su sobrina y virgen purísima; finalmente, fueron descubiertos y murieron por la fe, los tres, con grande fortaleza y constancia, en la persecución del mismo emperador Diocleciano. Hizo Cayo un decreto en que manda que el que ha de ser obispo, primero suba por los grados de ostiario o portero, lector, exorcista, acólito, subdiácono, diácono y presbítero. Hizo cuatro veces órdenes por el mes de diciembre, y ordenó veinticinco presbíteros, ocho diáconos y cinco obispos. Tuvo el pontificado, según Dámaso, once años, cuatro meses y doce días; y según el cardenal Baronio, doce años, cuatro meses y cinco días. Escribió una epístola muy grave y digna de tan santo pontífice, de la Encarnación del Verbo Eterno, llena de grande elocuencia. Fué martirizado el año del Señor de 296, el 22 de abril, y en él celebra la Iglesia su fiesta. Fué su santo cuerpo sepultado en el cementerio de Calixto.

 

 



(P. Ribadeneira.)

 


                         LA LEYENDA DE ORO—1896.



sábado, 20 de abril de 2024

SAN EXPEDITO, COMANDANTE ROMANO Y SUS COMPAÑEROS MÁRTIRES. (Siglo III). —19 de abril.

 



   Según explican quienes estudiaron la vida de este santo, Expedito nació en el siglo III (se desconoce su lugar de nacimiento, que podría haber sido Armenia) y tuvo una carrera militar.

 

   Según una tradición católica, san Expedito era comandante de la Legión XII Fulminata; ello significa que era un tribuno militar, es decir un oficial militar dentro de la organización estatal del imperio, con mando sobre un cuerpo de tropas que le dependía directamente.

 

   La legión de san Expedito estaba desplegada en Armenia y alternaba su misión principal de luchar contra los pueblos que el Imperio romano consideraba bárbaros y custodiar los confines del imperio, con otras tareas que realizaban las tropas de ocupación romanas.

 

   Cuenta la tradición que la legión XII venía luchando desde hacía tiempo bajo las órdenes de su comandante, y que se encontraba ya sin alimentos, agua, ni provisiones, en un territorio bajo control del enemigo. Fue así como tuvieron que dar batalla sin tener las energías para hacerlo. Expedito intentó levantar la moral de sus legionarios hablándoles, pero nada logró esta vez. Sin fuerzas, ni provisiones, ni alimentos y con el enemigo en las proximidades ya nada podía hacerse.

 

   Sin embargo, en ese momento, los soldados romanos que habían visto muchas veces como procedían los cristianos cuando debían enfrentar la muerte que ellos mismos les causaban, obraron de forma similar. Para sorpresa de su comandante, los soldados comenzaron a elevar sus brazos hacia el cielo, pidiendo ayuda a ese Dios único de los cristianos del que habían escuchado hablar y que sabían que realizaba milagros. Pero más sorprendidos resultaron sus enemigos, que jamás habían visto una legión completa realizando aquel gesto y rogándole a Dios en pleno campo de batalla. Mientras el enemigo atónito y sin entender lo que estaba sucediendo se detenía, todo el cielo se oscureció y descendió sobre el campo de batalla un tremendo vendaval de viento y agua que cubrió tanto a los combatientes como a sus animales de carga y de lucha. Fue en estas circunstancias que la legión entera logró recomponerse y aprovechando la situación pudo salir victoriosa de esa contienda.

  

   Luego de la batalla, muchos soldados se convirtieron a la fe cristiana; sin embargo, Expedito seguía sin comprender lo que ocurría, aunque su corazón sabía que Dios lo estaba llamando, y que se había acordado de él y de sus hombres en las críticas circunstancias descritas. Su puesto en el ejército no era compatible con la conversión al cristianismo, ya que esto significaba un abierto desafío a la autoridad del emperador. Al enterarse el emperador Diocleciano de estos hechos envió órdenes para que se pusiera fin de inmediato a lo que consideraba una revuelta militar. Aunque muchos de sus soldados y amigos se habían convertido, Expedito continuaba con dudas: no se decidía entre su carrera militar y el llamado que indudablemente estaba recibiendo desde los cielos. Finalmente, un día Expedito decidió cambiar de vida y convertirse. En ese momento, es cuando se le aparece el Espíritu del mal en forma de cuervo y le grita en latín «¡Cras, cras, cras!» (mañana, mañana, mañana’), con la intención de prolongar su indecisión y evitar su conversión. Pero Expedito reaccionó enérgicamente aplastando al cuervo con un pie, gritando: «¡Hodie, hodie, hodie!» (‘hoy, hoy, hoy’).




   Es entonces cuando Expedito decidió ser cristiano. Luego de su conversión, comenzó a proteger a los cristianos que eran llevados a los circos romanos para ser devorados por leones. Pero el emperador no podía tolerar que un comandante de legión desafiara sus leyes y que se hubiera convertido al cristianismo. Por esta razón fue detenido e interrogado, junto con otros compañeros de armas que también se habían convertido a la fe. El 19 de abril del año 303, Expedito fue sacrificado por orden del emperador en Melitene, junto con Cajo, Gálatos, Hermágoras, Aristónico y Rufo. Se impuso la pena de flagelación, se les dio a los reos la oportunidad de arrepentirse y, posteriormente, como se rehusaron fueron decapitados.

 

   San Expedito fue beatificado en 1629 por el papa Urbano VIII, y fue canonizado por el papa Clemente X en 1671. Sin embargo, en el año 2001 fue retirado del martirologio romano, como fueron hechos muchos Santos Mártires antiguos, es por ello que en muchos martirologios no lo van a encontrar.