Según explican quienes estudiaron la vida de
este santo, Expedito nació en el siglo III (se
desconoce su lugar de nacimiento, que podría haber sido Armenia) y tuvo una
carrera militar.
Según una tradición católica, san Expedito era comandante de la Legión XII Fulminata;
ello significa que era un tribuno militar, es decir un oficial militar dentro
de la organización estatal del imperio, con mando sobre un cuerpo de tropas que
le dependía directamente.
La legión de san Expedito estaba desplegada
en Armenia y alternaba su misión principal de luchar contra los pueblos que el
Imperio romano consideraba bárbaros y custodiar los confines del imperio, con
otras tareas que realizaban las tropas de ocupación romanas.
Cuenta la tradición que la legión XII venía
luchando desde hacía tiempo bajo las órdenes de su comandante, y que se
encontraba ya sin alimentos, agua, ni provisiones, en un territorio bajo
control del enemigo. Fue así como tuvieron que dar batalla sin tener las
energías para hacerlo. Expedito intentó levantar la moral de sus legionarios
hablándoles, pero nada logró esta vez. Sin fuerzas, ni provisiones, ni
alimentos y con el enemigo en las proximidades ya nada podía hacerse.
Sin embargo, en ese momento, los soldados romanos que habían visto muchas veces como
procedían los cristianos cuando debían enfrentar la muerte que ellos mismos les
causaban, obraron de forma similar. Para sorpresa de su comandante, los
soldados comenzaron a elevar sus brazos hacia el cielo, pidiendo ayuda a ese
Dios único de los cristianos del que habían escuchado hablar y que sabían que
realizaba milagros. Pero más sorprendidos resultaron sus enemigos, que
jamás habían visto una legión completa realizando aquel gesto y rogándole a
Dios en pleno campo de batalla. Mientras el enemigo atónito y sin entender lo
que estaba sucediendo se detenía, todo el cielo se
oscureció y descendió sobre el campo de batalla un tremendo vendaval de viento
y agua que cubrió tanto a los combatientes como a sus animales de carga y de
lucha. Fue en estas circunstancias que la legión entera logró recomponerse y
aprovechando la situación pudo salir victoriosa de esa contienda.
Luego de la batalla, muchos soldados se convirtieron a la fe cristiana; sin embargo,
Expedito seguía sin comprender lo que ocurría, aunque su corazón sabía que Dios
lo estaba llamando, y que se había acordado de él y de sus hombres en las
críticas circunstancias descritas. Su puesto en el
ejército no era compatible con la conversión al cristianismo, ya que esto
significaba un abierto desafío a la autoridad del emperador. Al
enterarse el emperador Diocleciano de estos hechos envió órdenes para que se
pusiera fin de inmediato a lo que consideraba una revuelta militar. Aunque muchos de sus soldados y amigos se habían
convertido, Expedito continuaba con dudas: no se decidía entre su carrera
militar y el llamado que indudablemente estaba recibiendo desde los cielos. Finalmente,
un día Expedito decidió cambiar de vida y
convertirse. En ese momento, es cuando se le aparece el Espíritu del mal
en forma de cuervo y le grita en latín «¡Cras,
cras, cras!» (mañana, mañana, mañana’), con
la intención de prolongar su indecisión y evitar su conversión. Pero Expedito
reaccionó enérgicamente aplastando al cuervo con un pie, gritando: «¡Hodie, hodie, hodie!» (‘hoy, hoy, hoy’).
Es entonces cuando Expedito
decidió ser cristiano. Luego de su conversión, comenzó a proteger a los
cristianos que eran llevados a los circos romanos para ser devorados por
leones. Pero el emperador no podía tolerar que un comandante de legión
desafiara sus leyes y que se hubiera convertido al cristianismo. Por esta razón
fue detenido e interrogado, junto con otros compañeros de armas que también se
habían convertido a la fe. El 19 de abril del año
303, Expedito fue sacrificado por orden del emperador en Melitene, junto con
Cajo, Gálatos, Hermágoras, Aristónico y Rufo. Se impuso la pena de flagelación,
se les dio a los reos la oportunidad de arrepentirse y, posteriormente, como se
rehusaron fueron decapitados.
San Expedito fue beatificado en 1629 por el papa Urbano VIII, y
fue canonizado por el papa Clemente X en 1671. Sin embargo, en el año 2001 fue
retirado del martirologio romano, como fueron hechos muchos Santos Mártires
antiguos, es por ello que en muchos martirologios no lo van a encontrar.
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