Es preciso
pasar por muchas tribulaciones
para
entrar en el reino de Dios.
(Hechos de los
Apóstoles, 14, 21).
San Cornelio, presbítero de Roma, después
de haber administrado los asuntos de la Santa Sede durante la vacancia que
siguió a la muerte de San Fabiano, fue elegido para sucederle. Luchó contra el hereje Novaciano. Desterrado, recibió el
consuelo de las cartas que le dirigió San Cipriano, rico patricio convertido y
obispo de Cartago. El gobierno del perseguidor
Decio lo desterró de Roma y a causa de los sufrimientos y malos tratos que
recibió, murió en el destierro, como un mártir murió en junio del año 253.


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