Santa Fausta
era una virgen cristiana en la ciudad de Cyzico, en el Helesponto. En
tiempo del emperador Maximiano fué Fausta presa por
orden de Evilasio, sacerdote de los
ídolos, y por disposición del mismo le cortaron todo el cabello y la rasuraron para
que fuese el escarnio del pueblo. Después la colgaron y atormentaron, y queriendo aserrarla por medio,
por más esfuerzos que hicieron los verdugos no pudieron conseguirlo, porque la
sierra se embotaba. Evilasio, que estaba presente, a vista de tal prodigio se llenó de terror y se convirtió a Jesucristo. En
seguida fué también puesto en el tormento y asociado a la que poco antes era su
víctima. Ambos alcanzaron juntos la corona del
martirio, oyendo en medio de los suplicios una voz del cielo que los llamaba á gozar
de su eterno premio. Evilasio murió degollado,
y a Fausta, después de haberle taladrado la cabeza y clavándole clavos en todas
las partes del cuerpo, la metieron en el fuego, donde expiró. San Evilasio tenía ochenta años y santa Fausta trece. Ambos
fueron enterrados en Cyzico.
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